Me encanta cuando tengo una historia personal relacionada al articulo del mes, una que como toda condición conlleva a un gran despertar.
Hace unos meses fui testigo de la facilidad y la rapidez con la que te pueden diagnosticar con el Síndrome del Colon Irritable. Literalmente me diagnosticaron “a la primera” cuando este es un diagnóstico que debe hacerse por descarte. En lenguaje médico, por descarte quiere decir “cuando ya fueron eliminados todos los demás diagnósticos diferenciales”.
Antes de meternos a hablar “lo bueno”, aquí va mi pequeña anécdota:
Durante este embarazo, decidí darme una ayuda con las nauseas ya que iba por la mitad del segundo trimestre y ya había estado hospitalizada por vómitos dos veces. Para las que sufren de embarazos inusuales me entenderán, es un síntoma sumamente molesto. Utilicé medicamento para las nauseas (sin abusar), pero con el fin de darme un poco de ayuda. Como el cuerpo responde a absolutamente todo lo que hacemos con él, ¿Qué creen? Un tiempo después me veía con diarrea crónica, sin hallazgo de un agente infeccioso, sabiendo que un mes de diarrea no era parte de un síntoma normal del embarazo. Al estar preocupada por el bienestar de mi bebé, consulté con un Gastroenterólogo que inmediatamente y sin hacerme ningún examen me dijo que lo más seguro era que se trataba de un muy común diagnóstico llamado Colon Irritable. No solo el diagnóstico sino el manejo que intentó darle al caso no me hacía sentido. En ese momento supe que no iba a necesitar de ninguna ayuda, y así fue.
Ahora sí, metámonos a lo bueno.
En la Medicina Convencional hay una costumbre muy marcada por intentar tapar un síntoma, sin ir antes a la raíz del problema. Este síndrome es un inmenso ejemplo de esto. Ser tratados con antibióticos fuertes y antiespasmódicos (incluso algunas personas han sido tratadas con antidepresivos) por una condición que es inmensamente compleja (y a la vez simple) no hace ningún sentido…
Sería como jugar al mecánico e intentar colocar piezas en el área donde se están cayendo, sin primero arreglar el problema que hace las piezas caer. No hace sentido tampoco cuando nos dicen que este diagnóstico tan común, no tiene cura y que estaremos atados a él tratando únicamente de “controlar los síntomas” toda nuestra vida. Imagínense, se estima que aproximadamente el 50% de las personas en algún momento de su vida van a llegar a padecerlo. ¿Qué nos dice eso? Que no deberíamos de sentir que estamos tratando con algo “tan desconocido”.
En mi opinión, este diagnóstico es sinónimo de un “disfraz”. Algún desbalance de base está siendo disfrazado con un nombre complicado y que por falta de saber “unir todas las piezas” muchas personas se han sentido condenadas a esta condición, sin entender a profundidad lo que ocurre, desesperadas y desesperanzadas por un simple inadecuado funcionamiento de nuestro intestino.
Aquí va la excelente noticia: Ese “inadecuado funcionamiento” tiene una causa, incluso su causa es Multifactorial y Sí se puede revertir. Únicamente debemos unir las piezas, trabajar no sólo en el aspecto superficial sino en TODO lo que compone el adecuado funcionamiento del tracto intestinal (en otras palabras, los sistemas biológicos en los que se basa la Medicina Funcional: Asimilación, Defensa/Reparación, Integridad Estructural, Biotransformación/Eliminación, Comunicación/Sistema Nervioso) sin olvidarnos del aspecto mental y emocional del caso.
Y sobretodo lo más importante; no podemos tratar a todas las personas por igual, existe la bioindividualidad. El manejo de un caso de Colon Irritable no puede ser el mismo para el de otro caso- es por esto que la Medicina Convencional no ha dado resultado en la actualidad.
¿Cuáles son los síntomas?
Así como lo describe la palabra “Irritable”: un intestino que se la pasa “de malas”, susceptible y quejoso.
· Episodios de constipación
· Episodios de diarrea
· Gases
· Distensión abdominal
· Cólicos abdominales
· Nauseas ocasionales
· Cansancio/ falta de energía
¿Qué puede estar enmascarado en éste funcionamiento inadecuado?
Como mencione anteriormente, cada caso se debe evaluar por individual.
Sin embargo, en la Medicina Funcional hay ciertos factores que no perdemos de vista al ayudar al paciente a revertir su condición.
· Desbalance en la flora Intestinal: Conocido como Disbiosis intestinal o Disbacteriosis y básicamente es un desequilibro de la bacteria que habita en nuestro tracto gastrointestinal, que representa una gran parte de nuestra salud. Un desbalance sumamente común al igual que el SIBO (Sobrecrecimiento bacteriano del Intestino Delgado). Requiere de una dieta especifica y suplementación especifica para poder re- establecer o poblar de cero la microbiota intestinal.
· Cambios en la Permeabilidad Intestinal/Inflamación: Una barrera de permeabilidad que no está intacta y que permite la entrada de ciertas moléculas que llegan a activar nuestro sistema inmune. Conocido hoy en día como “Leaky Gut”. Este fenómeno tiene un número de causas distintas.
· Intolerancias y Sensibilidades: Lo más sencillo de entender, el cuerpo está reaccionando a algo que le estoy dando con frecuencia. Se debe realizar una dieta de eliminación (hay distintos tipos) e investigar a fondo.
· Defectos en la digestión: Inadecuada secreción de jugos gástricos, pancreáticos o bilis. Estos hacen difícil la degradación adecuada de los alimentos.
· Estilo de Vida/estrés: Nuestro tracto gastrointestinal tiene un sistema nervioso propio. Es imposible ignorar el aspecto de nuestras emociones y la forma en la que vivimos nuestra vida en cuanto a una adecuada digestión.
OJO: No tiene que ser un factor que predomine sobre el otro, puede ser una combinación de varios. Cuando corregimos paso a paso cada uno de estos, los pacientes eventualmente verán mejoría.
Si quieren saber como termina mi historia les cuento:
Estoy perfectamente bien. Lo primero que hice fue dejar de tomar el medicamento que podía tener como efecto adverso alteración de la motilidad intestinal, y luego me encargué de poblar mi flora intestinal y balancearla de manera que la bacteria buena dominara. Esto también optimizó mi digestión. Hice algunos cambios en la dieta que intuitivamente no se sentían bien para mi. Tuve paciencia y en dos semanas (acordémonos que el cuerpo sabe como curarse cuando le damos nuestra ayuda), hubo una restauración y “volvió a nacer” mi mucosa intestinal. Nuevas células sustituyeron a las dañadas, mi intestino tenía lo que necesitaba para trabajar. Yo logre poner en practica todo lo aprendido y ahora puedo compartirlo con ustedes. Como siempre digo, todo sirve. todo es bueno.